Hablemos de la excelencia, seguro que como emprendedor, directivo o propietario de un proyecto empresarial, a lo largo del tiempo hemos oído la palabra “la excelencia empresarial”.
Como si se tratara de la búsqueda del “Santo Grial”, unos de los mayores errores es pensar que la excelencia es algo a ser alcanzado. Como una montaña que necesitamos escalar hasta la cima. No lo es!
La excelencia es el más constante de los procesos, no tiene fin. Se verticaliza en todos los componentes y departamentos de un proyecto empresarial. Excelencia es trabajar con la máxima atención en lo que se está trabajando. hacer “lo mejor posible” esa actividad rutinaria diaria.
La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito, somos lo que repetidamente hacemos.
Este “modus operandi”, requiere disciplina, persistencia, entrega. Requiere compromiso diario, pues nosotros sólo nos haremos excelentes mientras repetidamente buscamos la excelencia.
La excelencia es el resultado del deseo de ser mejor.
La excelencia viene de dentro hacia fuera, como una voluntad arrolladora de hacer las cosas mejor para sí mismo y para los demás. Sólo será verdadera si es un deseo intrínseco. Un deseo que esté tan arraigado en su ADN que nadie pueda sacarlo de usted. Un deseo tan fuerte, pero tan fuerte, que sale del pensamiento para materializarse en acción.
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